¡La hambruna no nos torció a nosotros!
"¡Podemos perder a Ucrania!" – escribió Stalin en el verano de 1932. Tenía miedo de perder a Ucrania como un recurso, sin el cual la construcción de un poderoso imperio industrial que debería conquistar el mundo, seguiría siendo sólo un sueño.
Con el fin de no perder Ucrania, decidió ejecutarle. Ejecutar como la encarnación de todo lo que ha odiado dictador: la libertad, la autosuficiencia, la singularidad cultural.
La hambruna elegida como arma de genocidio dio a Stalin la oportunidad no sólo para tomar la vida de millones de Ucranianos, sino también para matar a aquellos que habían sobrevido a la hambruna.
Por lo tanto, los resultados de la hambruna fueron no sólo millones de asesinados, casas abandonadas, sino también las almas devastadas de aquellos que sobrevivieron el año 1933.
Pero el genocidio torció no a todos. Entre los que sobrevivieron, estaban los que no se permitieron destruirse espiritualmente.
Estos hombres y mujeres sabían que viven no sólo para sí mismos sino también para millones de otros, física- o espiritualmente muertos.
Sabían que llevan una cultura única, que deben ahorrar para preservar la diversidad del mundo.
Gracias a ellos, Stalin perdió – el hambre no rompió a Ucrania. Después de décadas de destrucción Ucrania ha levantado la cabeza y en 1991 puso fin a la historia del imperio que la había creado. Y ahora Ucrania decididamente para las intenciones de reavivar este imperio. Con confianza proteger las fronteras de la libertad - la suya propia, la libertad de Europa.
Porque somos el pueblo que no dio al genocidio rompernos.